Ya estábamos a poco más de 50 km de Santiago. En Melide se juntan varios caminos, por ello ya estaba más concurrido.
Nos levantamos como siempre, a nuestro ritmo, no recuerdo exactamente, pero creo que de los últimos.
Compramos nuestro pan, hicimos la foto correspondiente. Paramos en un lavadero, creo que a desayunar y aproveché para poner alguna ropa interior al sol para secar.
Allí nos alcanzó un grupo de peregrinos, recuerdo que pararon a coger agua , pero en el agua había un animal muerto...
Seguimos camino... en ese tramo fue donde encontramos un puesto de fruta: platanos, frambuesas que cultivaban justo al lado, y no recuerdo cual fruta más, lo llamativo era que el puesto estaba solo, en él había una pequeña caja fuerte y sobre cada producto estaba marcado su precio. Era para coger lo que uno quisiera y meter el dinero en la caja. En lo que yo cogí un plátano (50 ctms. creo recordar) y cogimos una cajita de frambuesas ya que nunca las había probado, llegaron las dueñas del puesto que iban a recoger más frambuesas y al oírme decir que " eso era ser confiado" nos dijeron: " para que luego digan que somos desconfiados los gallegos" :)
En el siguiente pueblo que recuerdo viendo las fotos a la puerta de una ermita estaba un cura, de los antiguos con sotana y alzacuellos, preparado para recibir a los peregrinos y sellar las credenciales, a la vez que había una cestita para donativos. También daba estampas del Apostol, de una imagen que precediá el altar principal de la Iglesia.
Llevaba todo el camino deseando mojarme los pies en las aguas cristalinas que corrian por casi todas partes, pero no lo había conseguido. Al salir del pueblo, encontramos un merendero dónde paramos y estaba el agua accesible: aproveché la ocasión! Por fin me mojaba los pies, el agua estaba helada!
Con los pies fresquitos y relajados de nuevo emprendimos camino.
En Ribadiso tras pasar un puente nos encontramos con el albergue, pero aún era temprano y aunque ni siquiera llegamos a mirar, de seguro estaría lleno.
Seguimos andando y recuerdo que muy agotadas y tras una subida llegamos a Arzúa, donde vimos muchos coches acompañando a peregrinos esto es: llevándoles las mochilas.
Ya dentro del pueblo buscamos dónde comer algo. Pedimos un bocadillo de jamón y ya veréis el tamaño. Nos comimos la mitad y la otra la guardamos para la cena :)
En el bar había wifi, y como Juan A. llevaba el portátil aprovechamos para conectarnos.
La siguiente parada fue en un castañal, había hierbecita, y allí nos tumbamos. El paisaje era precioso, por los árboles vimos varias ardillas saltándo de árbol en árbol.
Había muchísimas plantitas de castaño y de roble , cogí alguna de ellas, rompí una botella y metí las plantas con raiz y su propia tierra y las puse en la botella.
A 30 km de Santiago el paisaje ya iba cambiando, no había tantos prados donde poner la tienda de campaña. Vimos un lugar pero no me pareció demasiado bien y creía que podíamos encontrar uno mejor próximamente. Sin embargo nos costó hacer más de 5 km hasta poder encontrar un lugar donde no hubiera maleza o que estubiera sin demasiada pendiente, etc... La noche se acercaba y nos empezábamos a angustiar, yo especialmente porque me sentía culpable y Juan A. me decía que no volvería a hacerme caso...:( y estaba enfadado...
Al final encontramos un buen lugar, un pinar muy tupido pero sin maleza. Sin dudarlo nos metimos a buscar el sitio adecuado ya que estábamos en un cruce de caminos. Juan A. barrió un poco el lugar y allí empezamos a montar la tienda.
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